Juan Pérez Márquez, Juancho Pérez para el mundo del balonmano, es uno de los deportistas
extremeños más ilustres de la historia. A sus 38 años, este badajocense puede
lucir entre sus galardones la medalla de oro del Mundial de Túnez de 2005, las
medallas de bronce de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y Sidney 2000, o el
máximo reconocimiento que concede la comunidad autónoma extremeña, la Medalla
de Extremadura, que recibió en 1996. Ahora, desde la presidencia del Club
Balonmano Escubal de Badajoz, sigue empeñado en su objetivo de conseguir que el
balonmano de nivel arraigue en la región.
En un partido con la selección española |
Juancho Pérez estuvo ligado durante dos
temporadas a la disciplina del F.C.Barcelona, durante las temporadas 1994/95 y 1995/96. En ese lapso de tiempo su currículo
se engrosó con una Liga Asobal, una Copa de Europa, una Recopa de Europa y dos
Copas Asobal.
¿Cómo recuerdas
aquellos dos años en F.C.Barcelona?
Yo estuve dos temporadas
en el Barça. Llegué con 20 años y salí con 22. Fueron dos años duros por
la dinámica del equipo, el vestuario estaba fragmentado y eso para un novato en
estas lides no fue una ayuda. Pero para mí fueron un mini-máster. Sabía
que cada momento tenía una oportunidad única de aprender y así lo hice.
¿Qué hacías en el
tiempo libre que te dejaban tus obligaciones deportivas?
En el poquísimo
tiempo libre que tenía me gustaba pasear por el Barrio Gótico o
acercarme a un cine que estaba por encima de la travesera de Les
Corts, casi en Carlos III. Tenía salas pequeñas y proyectaban muchas películas
en versión original, que eran una delicia.
¿Tuviste tiempo de recorrer algunos
lugares de Catalunya?, ¿alguno que te agradase especialmente?
Desafortunadamente
no. Los deportistas hacemos muchos
kilómetros, pero los disfrutamos poco.
En la motivación de la concesión de la Medalla
de Extremadura en 1996, a Juancho se le define como un deportista intrépido, al que le gusta el riesgo y apostar fuerte
por él mismo; prueba evidente de ello
son sus declaraciones a la vuelta de Atlanta, donde consiguió la medalla de bronce con la selección
nacional de balonmano, cuando
afirmó haber abandonado el F.C. Barcelona por no querer convertirse en un
funcionario del deporte.
Tras su salida
del equipo catalán, su periplo profesional le llevó al Balonmano Valladolid
(1996-1998), Ademar León (1998-2002) y Portland San Antonio de Pamplona
(2002-2009).
Después de muchos años de estar en
la élite del balonmano español, con recuerdos imborrables, regresas a Badajoz y
coges las riendas del Escubal. Por segundo año consecutivo el equipo ha conseguido la permanencia en la
categoría de plata, pese a los graves problemas económicos. ¿Qué es lo mejor de
esta experiencia y qué es lo peor?
Lo peor, sin duda,
es el dificilísimo marco económico en el que sobrevivimos; lo mejor que
esta temporada hay 7 extremeños, más todo el cuerpo técnico, compitiendo en la
División de Honor Plata del balonmano español.
¿Cómo ves el futuro?, ¿por qué es
tan difícil enganchar al público de Badajoz, no sólo con el balonmano, sino con
otros deportes, incluido el fútbol?
Tenemos el inconveniente
de que en Badajoz la gente acostumbra a disfrutar de los cálidos inviernos en
el campo o visitando a la familia en sus pueblos de origen. En el norte de
Europa, la gente entra en el pabellón a las 10 de la mañana, juegan los peques,
hacen un lunch, ven el partido de los mayores y se van a casa con
5-10 grados bajo cero. Nosotros vivimos
en la calle y cuesta mucho cambiar esa tradición.
Profesionalmente hoy sigues teniendo
vinculación con Catalunya, pues si no me equivoco colaboras con la empresa de
medicina deportiva que dirige el que fuera capitán del Barcelona de balonmano,
Joan Sagalés. ¿Es correcto?, ¿nos podrías explicar en qué consiste esa
relación?
Afortunadamente
soy delegado de ventas de Medcomtech, empresa afincada en la localidad
barcelonesa de Viladecans, cuyo manager es Joan Sagalés. Vendemos material de
traumatología (prótesis, placas, tornillos quirúrgicos, etc.). Tuve la fortuna
de contactar con ellos cuando estaban cubriendo el resto de territorio nacional
y no tenían a nadie en Extremadura.
Alguna reflexión ante las muestras
de incomprensión que muchas veces presiden las relaciones entre Extremadura y
Catalunya, sobre todo protagonizadas por los políticos. ¿No sería mejor profundizar
en lo que nos une, que alentar las discrepancias que se producen?
Si nos metemos
en política se oscurece todo. A los
extremistas nacionalistas les resulta facilísimo darle caña a nuestra tierra, porque su demagogia la convierten en
votos incultos automáticamente. Aquí nadie olvida la cantidad de paisanos que
fueron acogidos allí en los años del
hambre. No he oído a ningún extremeño criticar a Cataluña, porque nos ha
dado de comer a muchos.
Está clarísimo
que las chispas saltan por motivos totalmente malintencionados, de señores que no pueden aportar ideas
válidas en estos momentos tan difíciles y solo
ocupan titulares en los periódicos diciendo estupideces.
Y sí, sin ir más
lejos, yo desayuno... una catalana con jamón, extremeño, eso sí.
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