El
catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Extremadura, Miguel Ángel Melón Jiménez, lleva
muchos años interesado en el estudio de la presencia de comerciantes catalanes
en Extremadura, en especial en Cáceres, a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Una de sus primeras aportaciones al tema fue su colaboración en el volumen
colectivo Els catalans a Espanya, 1760-1914 (M.T. Pérez Picazo, A.
Segura, L. Ferrer, eds.), Universitat de Barcelona/Generalitat de Catalunya,
Barcelona, 1996; con un artículo que llevaba por título Catalanes en Extremadura (1763-1872).
Miguel Ángel Melón. |
Conozco a Miguel
Ángel Melón por motivos profesionales, además de tener amigos comunes. En diciembre
de 2009 coincidí con él en el primer, y hasta ahora último, encuentro Extremadura y Catalunya. Los extremos se
tocan, celebrado en Alcántara, bajo la dirección de Ignacio Sánchez Amor, actual diputado en el Congreso por el PSOE,
con la colaboración de la Universidad de Extremadura y de la Fundación San Benito de Alcántara.
Por su interés,
y por entrar de lleno en la filosofía y objetivos divulgativos de este blog,
voy a reproducir, con autorización de su autor, el artículo en cuestión.
Apellidos como Calaff, Busquet, Segura o Vilanova, forman
parte de la nómina de familias catalanas que se asentaron en Cáceres, pasada la
mitad del siglo XVIII. Patronímicos que, en algunos casos, han pasado a
integrarse en el contexto cultural de la propia ciudad.
Dada
la extensión del artículo, lo ofreceremos en varios capítulos, según las
distintas actividades a las que se dedicaron estas familias (comerciantes,
compañías de comercio y laneros). Asimismo dedicamos este primer capítulo,
tanto a la introducción de la serie, como a la del propio artículo. El texto
correspondiente a la publicación hecha por Miguel Ángel Melón, se reproduce a
continuación en un tipo de letra diferente, para que no haya dudas sobre su autoría.
Primeras
referencias de Publio Hurtado
Obras recientes en el Barrio Busquet de Cáceres |
No sin sorpresa y cierto grado de admiración, sea por lo novedoso del tema
o lo peculiar de sus comportamientos, refieren las crónicas locales cacereñas
la llegada al lugar de un grupo de catalanes, allá por los inicios de la década
de los sesenta del siglo XVIII. A Publio Hurtado, el erudito cacereño por
antonomasia, se deben las primeras notas sobre tan particular diáspora:
“Natural de Copóns, perteneciente al partido judicial de Igualada, en la
provincia de Barcelona, fue D. Juan Busquet y Soler, comerciante, que se
instaló en Cáceres en el segundo tercio del siglo XVIII y fue el
establecimiento de su género más acreditado y fastuoso de la localidad”; de los
hermanos José y Miguel Calaff, oriundos también de Copóns, “a quienes por esta
procedencia llamaban los Catalanes”, afirmará que “disponiendo de buen
caudal y activos como todos los de su país natal, se colocaron pronto a la
cabeza de los capitalistas cacereños. Trapos, lanas, caldos, cereales...en todo
negociaban, y su crédito crecía, en razón directa de su actividad”; de los
Segura, fundadores de una entidad comercial “de las de mayor y merecido crédito
de Extremadura”, dirá que “ampliando el campo de sus operaciones, traficaron en
lanas, caldos, cereales...tuvieron labor y ganadería, y representaron un papel
importante en la vida económica de la localidad, habiendo emparentado con los
Busquet, los Calaff, los Donoso Cortés, los Carbonell y otras familias tan
acreditadas”.
Escuetas,
pero inteligentes, las anotaciones de Publio Hurtado permiten adelantar los
perfiles generales de estos comerciantes y los sucesivos estadios a través de
los cuales desarrollaron su actividad económica. Entre 1763 -año en que
registran los protocolos notariales la adquisición de una casa por Juan
Busquet- y el año 1872, en que decidió inventariar sus bienes Miguel Calaff,
transcurre algo más de un siglo y cuaja una de las más extraordinarias
configuraciones como grupo social que se detecta en la historia de Extremadura.
El fenómeno, por los datos de que se dispone hasta la fecha, parece
circunscribirse a la ciudad de Cáceres, lo cual no es gratuito si se tiene en
cuenta el argumento expuesto por C. Martínez Shaw y R. Fernández, en el sentido
de que durante el siglo XVIII Lisboa llegó a convertirse para el comercio
catalán en “plataforma de lanzamiento” hacia los mercados europeos, en tanto
que punto de encuentro con las colonias portuguesas y escala en el comercio con
los Países Bajos e Inglaterra. No resultaría, pues, excesivamente arriesgado
sugerir que este constituye uno de los motivos que impulsaron a los catalanes a
elegir Cáceres como enlace o puente intermedio capaz de dar mayor agilidad a
las redes comerciales que unían Cataluña con la capital portuguesa.
Sobrios,
austeros, con un gran sentido de pertenencia a un grupo y muy poco dados a
veleidades fuera de él, los catalanes que recalaron en Extremadura no tardaron
en acumular unas sólidas fortunas y contribuir, junto con otros inmigrantes, a
sentar los pilares de una burguesía de los negocios de cuyo seno emanaron
muchas de las principales directrices bajo las que se rigió el siglo XIX del
occidente peninsular. A todos ellos y a analizar las empresas que promovieron,
la actividad que desplegaron y las distintas alternativas que introdujeron en
la economía extremeña, están dedicadas las páginas que siguen, (que se corresponden con los próximos capítulos que
publicaremos).
Muy interesante,estimado amigo Francisco Javier, estos informes sobre la existencia de emigrantes catalanes en Extremadura... Parece sorprendente y paradójico que, en aquellos tiempos, siglo XVIII, SICLO DE LAS LUCES o de la Ilustración. Ya en el siglo XX,en un viaje por Extremadura, mi tierra natal, me encontré en Zahínos (Badajoz)dos hermanos catalanes que se habían casado con dos hermanas extremeñas y se habían quedado a vivir en este pueblo extremeño, donde regentaban un taller mecánico.Actuamente, en mi pueblo (Jaraicejo/ Cáceres), hay varios matrimonios mixtos (extremeño-catalán o a la inversa).Esto es algo natural y sirve para tender puentes entre una y otra comunidad...
ResponderEliminarUn abrazo "extremelanmente" fraterno de tu amigo
Wenceslao Mohedas Ramos-
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona.