Josep Maria Espinàs |
Rebuscando
en la biblioteca títulos que respondan al criterio de vinculación entre
Extremadura y Catalunya que preside este blog, me topé con A pie por Extremadura, libro de viaje del veterano escritor y periodista
Josep
Maria Espinàs (Barcelona,1927).
El libro forma parte de la colección A
pie de pipa, en la que el autor recopila una quincena de recorridos por
distintos lugares de la Península. Publicado inicialmente en catalán en 2001 en Edicions
La Campana, la versión castellana del mismo vio la luz en diciembre de 2005
de la mano de la editorial Edhasa.
A pie por Extremadura,
que lleva por subtítulo Las Villuercas y Los Ibores, es la crónica de la
ruta andando que el autor realizó, en compañía de Sebastià Alquézar
e Isabel Martí, por estas dos comarcas cacereñas. Aunque su idea
original le habría llevado a Trujillo como epicentro de su viaje extremeño, el
propio Espinàs explica que finalmente optó por Las Villuercas y Los Ibores,
gracias a los consejos que obtuvo del catedrático de geografía de la
Universidad de Extremadura, Antonio Campesino.
Partiendo
desde Alía, localidad de los abuelos del que fuera jugador del F.C. Barcelona, Javier Saviola; el recorrido sigue por
Guadalupe, Navalvillar de Ibor, Castañar de Ibor, Robledollano, Cabañas del
Castillo, Solana, Berzocana y Cañamero. Desde esta última localidad el trayecto
circular se cierra volviendo a Guadalupe, a través de la “Ruta de Isabel la
Católica”, con su famoso “Melonar de los Frailes”, y después de nuevo hasta
Alía.
Aunque en la última década, la dotación de alojamientos de la zona ha
mejorado bastante, en el momento de realizar el viaje el autor y sus
acompañantes, en el momento del tránsito entre los dos siglos, aún encontraron
alguna dificultad en alguna localidad. Por eso expresan su agradecimiento a las
buenas gestiones que hizo para solventarlas Pedro Blanco, de la Asociación para la Promoción y el Desarrollo
Rural de la Comarca de Las Villuercas, Ibores, Jara (APRODERVI).
Se
trata de una zona de una gran belleza natural, en la que se suceden las sierras
y los ríos y regatos, combinándose con las zonas de dehesa. Yo mismo he
transitado buena parte de ese itinerario en bicicleta y lo recomiendo sin duda
alguna. Eso sí, al ritmo pausado que proporciona el caminar o el pedalear, que
permite observar y aprehender las cosas, los aromas, los sonidos, las palabras.
Todo lo contrario de la aceleración y la rapidez del coche, que te traslada de
un sitio a otro, sin sentir y sin ver.
Al
encanto paisajístico de Las Villuercas y Los Ibores, se une el atractivo
patrimonial, innegable de enclaves como Guadalupe.
Pero
no es ese el enfoque y el objetivo del libro de Espinàs, sino más bien el
patrimonio humano, las personas que habitan el territorio y que son, en
definitiva, las que le dan sentido.
Y
al respecto el autor se cuestiona sobre el hecho de que casi nunca, por no
decir jamás, en las informaciones que se editan y se publican sobre cualquier
localidad o zona, se hace referencia al pulso vital de sus gentes, a sus
personajes anónimos, a las experiencias cotidianas. Dice Espinàs: seguramente podrá encontrarse en algún sitio
una descripción válida de la iglesia de Navalvillar de Ibor, de Robledollano,
de donde sea, pero ¿sabemos algo de los hombres y mujeres que, durante
generaciones, acudías a dichas iglesias? Se diría que no ha existido jamás
nadie de carne y hueso, en estos pueblos. Si no ha hecho carrera eclesiástica o
militar. A continuación añade que es
la existencia de esta gente, que no es más que un número en los informes
demográficos, lo que no me ha permitido nunca descansar mucho, por no decir
nada, cuando llego a un pueblo, y enseguida necesito salir a la calle, siempre
demasiado pronto, cual el sol aún cae con fuerza y esta gente está en su
legítimo derecho de quedarse en casa y no querer saber nada del forastero que,
vaya usted a saber por qué razón, no para de moverse de aquí para allá.
Con
esa premisa el libro desbroza un sinfín de encuentros y conversaciones, de
anécdotas y curiosidades, de presencia de catalanes por estas tierras y de
extremeños que han estado en Catalunya.
Para
cualquiera que conozca los lugares que describe Espinàs, A pie por Extremadura es una buena oportunidad de revivirlos desde
una perspectiva probablemente diferente. Y para quien aún no haya tenido la
suerte de visitarlos, es una invitación a hacerlo.
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