José y Montse en la pescadería Salamina de Badajoz |
El motivo de este traslado fue la
separación de Montse. La dificultad de vivir en Barcelona con una hija y con su
sueldo mileurista, unido al deseo de
sus padres de residir en el chalet que tenían en Olivenza, es lo que hizo que
todos decidieran venirse a vivir aquí. Además, unos primos empresarios de
Montse le ofrecieron trabajo en uno de sus negocios. Como reconoce José, hasta
aquí todo fue perfecto, pero quedaba pendiente la relación entre ellos dos, que
acababa de empezar.
Tanto Montse como José llevaban más
de 30 años trabajando en el comercio del pescado, por lo que desde Barcelona
hicieron un estudio de mercado en la zona de Badajoz y descubrieron bastantes
posibilidades de que un negocio como éste funcionase. “Y bueno, aquí estamos,
-dicen los dos- trabajando en lo que nos gusta y dándole vida a nuestra relación”.
¿Qué tal está siendo la experiencia, qué tal acogida
habéis tenido entre la clientela?
La
experiencia en cuanto al recibimiento y trato con la gente no podía haber sido
mejor, encontrándonos con unas gentes amables, acogedoras, francas y nobles. No
ocurrió lo mismo en cuanto a la forma de enfocar el negocio, pues aquí el envío
de productos vivos de las lonjas españolas es bastante difícil debido a
problemas en las infraestructuras del transporte. Después de un año de
negociaciones con los diferentes proveedores de algunas lonjas, pescados
Salamina está posicionada de forma que puede abastecer a la ciudad de
Badajoz de un género que es el mismo que pueden encontrar en cualquier pueblo
de nuestras costas.
¿Habéis notado diferencias en los hábitos de consumo
entre los clientes extremeños y los que teníais en Barcelona?, ¿cuál es la
diferencia que más os ha sorprendido?
La diferencia básica de consumo
entre Badajoz y Catalunya es que aquí la gente cocina menos y lo hace de forma
diferente, cociendo muchos productos que en Catalunya se suelen hacer a la
plancha.
¿Conocíais Extremadura?
Montse un poco, yo no.
En este tiempo me imagino que habéis tenido
oportunidad de recorrer distintos lugares de la región: ¿cuál es el que más os
ha gustado?
Trujillo.
Y de
Catalunya, ¿cuál era vuestro rincón favorito?
La Costa Brava.
Con la peña "Os Pelinhas" de Olivenza |
Subiendo a la Sierra de Alor y de
cuando en cuando alguna escapada a la Sierra de Gredos.
¿Nos podéis recomendar un plato de la cocina catalana
y otro de la cocina extremeña?
Plato catalán: el suquet de peix. Plato extremeño:
cocido extremeño.
¿Me podéis contar brevemente la historia de La
Salamina, que era una antepasada común vuestra?
Resumir la
historia de La Salamina en pocas palabras es difícil.
El nombre proviene de nuestra bisabuela común. Se lo pusieron porque al nacer pesó lo mismo que un celemín: 4,625kg. Al ser niña empezaron a llamarla cariñosamente Salamina.
El nombre proviene de nuestra bisabuela común. Se lo pusieron porque al nacer pesó lo mismo que un celemín: 4,625kg. Al ser niña empezaron a llamarla cariñosamente Salamina.
Victoria
Rodríguez, La Salamina, llegó a ser maestra. Se casó y tuvo 5 hijos, que
tuvieron la suerte, en aquellos tiempos, de tener una buena formación cultural.
Castora, que
así se llamaba una de las hijas, era una persona enjuta y amable. Fue una mujer
a la que, al igual que su madre, le gustaba la enseñanza y, aparte de heredar
la capacidad para dar clases, también heredó su mote: Salamina.
Hacía venir a su casa a las gentes más desfavorecidas del barrio y en una pequeña habitación les daba clases de historia, lengua, matemáticas, etc.; aparte de enseñar a bordar y otras actividades. La cultura comenzaba a entrar poquito a poco en muchos hogares en plena posguerra.
Hacía venir a su casa a las gentes más desfavorecidas del barrio y en una pequeña habitación les daba clases de historia, lengua, matemáticas, etc.; aparte de enseñar a bordar y otras actividades. La cultura comenzaba a entrar poquito a poco en muchos hogares en plena posguerra.
En 1944 los
alumnos llegaban al centenar. Ante tal incremento, un osado sacerdote, con
mayor influencia que Castora, solicita del ayuntamiento y del ministerio la
construcción de una escuela, que fue concedida después de mucha insistencia. Todo
el mérito se adjudicó injustamente a dicho sacerdote, llevando el colegio del
barrio su nombre.
No sabemos
quién ha desempolvado esta historia, pero me alegro de que se haya hecho.
Olivenza estaba en deuda con Castora. Reconocer públicamente su callada labor y
su aportación personal a la educación y la cultura es un mérito que no se le
podía negar.
El
Ayuntamiento de Olivenza, para honrarla, construyó un centro cultural y le
dedicó el nombre de una calle, en un acto público, además de hacer un estudio
sobre su vida, del que se entregó una copia a la familia, guardando otra en la
biblioteca municipal.
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