El
pianista Antón Cardó, nacido en Valls (Taragona) y la mezzosoprano Elena Gragera, natural de la ciudad de Badajoz, forman un dúo armónico, tanto en lo
musical, como en lo personal. Residentes en Madrid, han pasado por la capital
pacense para participar en varias de las sesiones del XXIX Festival Ibérico de
Música. Y en medio del ajetreo, con gran amabilidad, han sacado tiempo para
hablar con “Catalana con jamón” sobre sus experiencias y vivencias como pareja
extremeño-catalana.
Elena Gragera y Antón Cardó en el Paseo de San Francisco de Badajoz |
Ambos utilizan
en diversas ocasiones el término naturalidad para definir cómo han encajado en
común sus respectivos rasgos culturales. No sienten que uno se haya impuesto
sobre el otro. Consideran que llevan muy bien esa convivencia y que cada uno se
está beneficiando de la cultura del otro. En relación al idioma, ambos se
relacionan en castellano, pues es el idioma en el que se conocieron, pero Elena
habla perfectamente el catalán, pues enseguida vio que era algo que le
enriquecía personalmente. De hecho lo aprendió en Madrid, a través de los
cursos que imparte la Generalitat de Catalunya.
Antón, que hace
casi 30 años que arribó por primera vez a Extremadura, reconoce que la región
no es la que le habían contado. Sale a relucir uno de los tópicos más
incomprensibles para cuantos conocemos esta tierra: la de la sequedad. Antón no
comprende de dónde ha podido salir ese cliché, cuando hay zonas en España que
realmente sí que son secas, pero no Extremadura en su conjunto. Destaca la
simpatía y espontaneidad de los extremeños y explica que estos años de
conocimiento mutuo le han servido para reflexionar mucho: a veces los catalanes somos un poco autosuficientes y orgullosos,
quizás con motivo, pero el hecho de viajar y conocer a mucha gente distinta te
hace recapacitar y situarte realmente en tu puesto, sin por ello dejar de querer
a tu tierra.
Considera Antón
Cardó que la región ha experimentado una gran transformación en las últimas
tres décadas, que se puede apreciar en su urbanismo, en la dotación de
servicios, en la propia madurez social. Cree que la España de la autonomía le
ha sentado muy bien a Extremadura.
Por su parte
Elena Gragera hace hincapié en que, desde un primer momento, se integró perfectamente
en la sociedad catalana, en el círculo familiar y de amistades de Antón, y que
se siente muy a gusto entre ellos.
De los catalanes
admira su capacidad emprendedora, y reconoce que a ella prefiere trabajar un
poco a la catalana. Se siente cómoda
con el ritmo vital que tienen. En su relación artística con Antón, ella se
encarga más de toda la parte administrativa y gerencial, mientras que su marido
es quien se encarga de diseñar el contenido de los programas musicales que van
a interpretar. A Antón le gusta lo
multidisciplinar –aclara Elena-, por
eso elabora ciclos muy interesantes como el de “Música en torno a Picasso” o el
de “Música y pintura del siglo XIX”.
EXTREMADURA
MUSICAL
Actuación en el Salón Noble de la Diputación de Badajoz |
Pasamos por lo
tanto a hablar de música, pues esa es su vida y su pasión, y lo que de hecho
les ha traído una vez más a Badajoz. Acostumbrados a recorrer el mundo
(Londres, Moscú, San Petesburgo, La Haya, París, Amsterdam, México, Madrid,
Barcelona, etc.), venir a Extremadura siempre es una experiencia gratificante,
sobre todo para Elena.
En esta ocasión,
con motivo del XXIX Festival Ibérico de Música, una de sus actuaciones ha sido en
el Salón Noble de la Diputación de Badajoz. Esto ha sido algo especial para la
mezzosoprano extremeña. Para mí –nos
dice Elena Gragera- ha supuesto una gran
responsabilidad y he volcado todo mi cariño hacia esta actuación. Era la
primera vez que actuaba en ese espacio, que es al que yo iba de pequeña a
escuchar música. De hecho me solía situar en el primer palco que hay a la
derecha de la escena y hoy, sin haberlo hablado, cuando he salido he visto que
estaba allí mi madre. Ha sido muy emocionante.
Antón y Elena
también recuerdan con mucho afecto la oportunidad que en 2009 les brindó el
presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, para que
fueran ellos quienes interpretaran el Himno de Extremadura, cantado por Elena y
con arreglos pianísticos del propio Antón, en el acto institucional de entrega
de las Medallas de Extremadura, en el Teatro Romano de Mérida.
Al hablar de la
música en Extremadura, Antón Cardó recuerda al pianista Esteban Sánchez, de
quien dice que fue una figura inmensa: si
en lugar de haber nacido en Extremadura, lo hubiera hecho en Gran Bretaña o en
Alemania, habría sido uno de los grandes de la música mundial del siglo XX.
Ambos mencionan
que el nivel musical ha tenido un avance espectacular en las últimas décadas. Ponen
como muestra la magnífica labor que viene desarrollando la Sociedad Filarmónica de Badajoz, a la que tildan de ejemplar. Es más, Antón considera que el
anterior presidente de la misma, Felipe Hernández, es uno de los mejores gestores musicales que ha conocido en España. Una
persona con mucho criterio y con conocimiento. Ahora, bajo la dirección de Javier
González Pereira, sigue por el mismo camino. Tampoco olvidan, en el desarrollo
musical extremeño, la importantísima labor que vienen realizando los
conservatorios en la formación de nuevas generaciones de intérpretes.
El reconocido
crítico musical Juan Ángel Vela del Campo ha dicho, de Elena Gragera, que es la
heredera de Teresa Berganza en la canción de concierto. Por su parte, el gran
compositor Xavier Montsalvatge escribió de Antón Cardó, que es uno de aquellos pianistas que saben
adivinar el sentido íntimo de cada obra.
Ambos forman una
sólida pareja en lo artístico y en lo personal, cosa que dejan traslucir con
una enorme afabilidad, y con la gran naturalidad con la que viven la
hibridación de sus raíces culturales extremeñas y catalanas.
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